sábado, 22 de agosto de 2015

ISAÍAS. CAPÍTULO 27.

271Aquel día castigará el Señor
con su espada grande, templada, robusta,
a Leviatán, serpiente huidiza;
a Leviatán, serpiente tortuosa,
y dará muerte al dragón marino.

Canción de la viña (Is 5,1-6)

2Aquel día cantaréis a la viña hermosa;
3Yo, el Señor, soy su guardián,
la riego con frecuencia,
para que no le falte su hoja,
noche y día la guardo.
4Ya no estoy irritado. Si me diera zarzas y cardos,
me lanzaría contra ella para quemarlos todos.
5Si se acoge a mi protección,
hará las paces conmigo, las paces hará conmigo.

Renovación de Israel

6Llegarán días en que Jacob echará raíces,
Israel echará brotes y flores,
y sus frutos cubrirán la tierra.
7¿Lo ha herido como hiere a los que lo hieren?
¿Lo ha matado como mueren los que lo matan?
8Lo castigas espantándolo, expulsándolo,
arrollándolo con viento impetuoso
en día de solano.
9Con esto se expiará la culpa de Jacob,
y éste será el fruto de alejar su pecado:
dejar las piedras de los altares
como piedra caliza triturada
y no erigir estelas ni cipos.

La ciudad desierta

10La plaza fuerte está solitaria,
como mansión desdeñada,
abandonada como el desierto:
allí pastan novillos,
allí se tumban y consumen sus ramas.
11Al secarse el ramaje, se quiebra,
vienen mujeres y le prenden fuego.
Porque es un pueblo insensato,
por eso su Hacedor no se apiada,
su Creador no lo compadece.

Reunión final en Jerusalén (Is 11,11s)

12Aquel día trillará el Señor las espigas
desde el Gran Río hasta el Torrente de Egipto;
pero vosotros israelitas,
seréis espigados uno a uno.
13Aquel día sonará la gran trompeta,
y vendrán los dispersos de Asiria,
los desterrados de Egipto,
para postrarse ante el Señor
en el monte santo de Jerusalén.

Explicación.

27,1 El Señor se enfrenta en persona con el viejo enemigo, con la serpiente que hostiliza al hombre desde el principio (Gn 3,15). El autor utiliza imágenes mitológicas para describir como combate singular la victoria personal de Dios. Alude, además, a la lucha histórica del Señor con el Mar Rojo, visto como serpiente mitológica: Is 51,9s; Sal 89,11. La consecuencia de esta victoria se lee en los vv. 12 y 13.

27,2-5 Esta canción es difícil por el texto y enigmática por su puesto aquí. Tiene el aire de un canto popular arcaico. Sería un canto de amor, como Is 5,1-6, sólo que aquí el Señor destruye las infidelidades de la amada y la reconcilia consigo (cfr. Os 2 y Ez 16). Algunas frases pueden sonar con doble sentido: "la riego" suena como "la beso", "falta su hoja" se parece a "tengo una cita".

27,2 El hebreo pone hmr, ardiente, de vino fuerte. Para la forma véase Nm 21,7ss.

27,4 Vëanse 5,6; 7,23-25; 9,17; 10,17.

27,6-9 La restauración irá precedida de una explicación en forma de destierro o dispersión. O, dicho del revés, la dispersión tendrá valor de expiación antes de la gran restauración. La perícopa tiene muchos puntos de contacto con 17,4-11.

27,6 Nm 17,23.

27,7 El Señor castiga a su pueblo con medida, no como a los enemigos contumaces (Sab 12).

27,8 El juicio por medio del viento separa paja de grano. Tal ha sido la función del destierro, sólo que al revés, pues los arrebatados por el viento o desterrados se salvarán (compárese con Jr 24).

27,9 Después del castigo desaparece todo rastro de idolatría, que fue la gran infidelidad o "adulterio" del pueblo escogido.

27,10-11 Probablemente la "plaza fuerte" es la misma de 25,2.9-12, el "pueblo insensato" que no quiere comprender (26,10-11). Algunos lo refieren a una parte del pueblo elegido, p. ej. los samaritanos.

27,12-13 Con 26,20-17,1 forman una gran inclusión. El primer verso describe la búsqueda cuidadosa de los dispersos: el Señor los va espigando uno a uno. La "trompeta" da un toque casi litúrgico (Nm 10), que pone en marcha una gran peregrinación (Is 11,16). Ésta termina en el monte del banquete (25,6), donde reina el Señor (24,23).

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