sábado, 22 de agosto de 2015

ISAÍAS, CAPÍTULO 3.

Anarquía en Jerusalén (Ez 22; Is 59,9-15) 

31Mirad que el Señor de los ejércitos
aparta de Jerusalén y de Judá bastón y sustento:
todo sustento de pan, todo sustento de agua;
2capitán y soldado, juez y profeta,
adivino y concejal;
3alférez y notable, consejero, artesano y mago
y experto en encantamientos.
4Nombraré jefes a muchachos,
los gobernarán niños.
5Se atacará la gente, unos a otros,
un hombre a su prójimo;
se amotinarán muchachos contra ancianos,
plebeyos contra nobles.
6Un hombre agarrará a su hermano
en la casa paterna:
"Tienes un manto, sé nuestro jefe,
toma el mando de esta ruina".
7El otro protestará ese día: "No soy médico,
y en mi casa no hay pan ni tengo manto:
no me nombréis jefe del pueblo".
8Se desmorona Jerusalén, Judá se derrumba:
porque hablaban y actuaban contra el Señor,
rebelándose en presencia de su gloria.
9Su descaro testimonia contra ellos,
alardean de sus pecados como Sodoma,
no los ocultan:
¡ay de ellos, que se acarrean su desgracia!
10¡Dichoso el justo: le irá bien,
comerá el fruto de sus acciones!
11¡Ay del malvado: le irá mal,
le darán la paga de sus obras!
12Pueblo mío, a quien oprimen chiquillos
y mujeres gobiernan: pueblo mío,
tus guías te extravían,
borran el trazado de tus sendas.
13El Señor se levanta a juzgar,
de pie va a sentenciar a su pueblo.
14El Señor viene a entablar un pleito
con los jefes y príncipes de su pueblo.
Vosotros devastabais las viñas,
tenéis en casa lo robado al pobre.
15¿Qué es eso? ¿Trituráis a mi pueblo,
moléis el rostro de los desvalidos?
-oráculo del Señor de los ejécitos-.

Contra el lujo femenino (Is 32,9-14; Am 4,1-3)

16Dice el Señor:
Porque se envanecen las mujeres de Sión,
caminan con el cuello estirado guiñando los ojos,
caminan con paso menudo
sonando las ajorcas de los pies:
17el Señor pegará tiña
a la cabeza de las mujeres de Sión,
el Señor desnudará sus vergüenzas.
18Aquel día arrancará el Señor sus adornos:
19ajorcas, diademas, medias lunas,
20pendientes, pulseras, velos,
pañuelos, cadenillas, cinturones,
frascos de perfume, amuletos,
21sortijas y anillos de nariz,
22trajes, mantos, chales, bolsos,
23vestidos de gasa y de lino, turbantes y mantillas.
24Y tendrán: en vez de perfume, podre;
en vez de cinturón, soga; en vez de rizos, calva;
en vez de sedas, saco;
en vez de belleza, cicatriz.

Las viudas de Jerusalén

25Tus hombres caerán a espada;
tus soldados, en la guerra;
26gemirán y harán luto tus puertas,
asolada te sentarás en el suelo.

Explicación.

3,1-9 El poeta describe un proceso. En momentos de crisis la sociedad "se apoya" en bienes elementales, comer y beber, y en los jefes que la unifican y gobiernan. Sucede una gran carestía, que Dios envía, y sobrevienen la revolución y la anarquía: fallan los jefes políticos y religiosos, incluso aquellos ilegítimos, como adivinos y encantadores. Se hacen con el poder jefes incapaces, que provocan la guerra civil (4-5), y el desenlace es una ruina que nadie quiere gobernar (6-7). Entonces quien tiene una casa y un manto resulta un personaje: le ofrecen el mando y él lo rehúsa.

3,8-9 El primer delito es contra el Señor. El segundo es dudoso: partidismo o descaro. También es dudoso lo que sigue. Se podría leer: "les denuncian sus pecados sin ocultarlos, les dan su merecido". 

3,10-11 Bienaventuranza y malaventuranza corean el castigo. Si las pronuncia el pueblo, son un juicio popular que apela a la justicia retributiva. Si las añade un redactor, son comentario sapiencial (Prov 11,21; 12,14). Si las pronuncia Dios, son un veredicto de alcance universal.

3,12-15 Oráculo apasionado contra los jefes perversos y lleno de compasión por "mi pueblo". Véanse Lv 5,21-23; Ez 18,7-9; 22,9.

3,16-17 La vanidad femenina está descrita con satírica plasticidad. Quizá los gestos impliquen provocación. El castigo es brutal y responde al delito.

3,19-24 Enumeración complacida y burlona del atuendo femenino. Son 21 piezas artificiosamente repartidas y rimadas, como si la sonoridad imitase las piezas de una joya. No importa tanto la identificación de cada pieza (dudosa) cuanto la acumulación de una vanidad codiciosa. El castigo está enunciado con ingeniosos juegos de palabras, que subrayan el cambio de situación.

3,25-26 Jerusalén como viuda y sin hijos (Lam 1,7; 2,18s).

No hay comentarios:

Publicar un comentario