sábado, 22 de agosto de 2015

ISAÍAS. CAPÍTULO 38.

Enfermedad y curación de Ezequías (2 Re 20,1-11)

381En aquel tiempo, Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:
-Así dice el Señor: Haz testamento, porque vas a morir sin remedio.
2Entonces, Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor:
3-Señor, te presente que he procedido de acuerdo contigo, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te agrada.
Y lloró con largo llanto.
4El Señor dirigió la palabra a Isaías:
5-Ve y dile a Ezequías: Así dice el Señor, Dios de tu padre David: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, añado a tus días otros quince años. 6Os libraré de las manos del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad, y la protegeré.
21Isaías ordenó:
-Que traigan un emplasto de higos y lo apliquen a la herida para que se cure.
22Ezequías dijo:
-¿Cuál es la señal de que subiré a la casa del Señor?
7Respondió:
-Ésta es la señal del Señor, de que cumplirá el Señor la palabra dada: 8"En el reloj de sol de Ajaz haré que la sombra retroceda diez grados que ha avanzado".
Y desanduvo el sol en el reloj diez grados que había avanzado.

Cántico de Ezequías (Sal 30; 88)

9Cántico de Ezequías, rey de Judá, cuando enfermó y sanó de la enfermedad:
10<<Yo pensé: "Mediada la vida,
tengo que marchar
hacia las puertas del Abismo;
me privan del resto de mis años".
11Yo pensé: "Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
12Levantan y enrollan mi morada
como tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.
13Día y noche me estabas acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.
14Como una golondrina estoy piando,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen,
sal fiador por mí!".
15¿Qué le diré y qué pensaré
si él es quien lo hace?
Huye de mí el sueño
por la amargura de mi alma.
16Los que Dios protege, viven,
y entre ellos vivirá mi espíritu:
me has curado, me has hecho revivir.
17La amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi vida
ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
18El Abismo no te da gracias,
ni la Muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
19Los vivos, los vivos son
quienes te dan gracias: como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
20Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor>>*.

Explicación.

38,1 Aquí corresponde la noticia cronológica de 36,1: año catorce de su reinado, 713; mucho antes de los sucesos narrados en el capítulo precedente, que caen en el año 701. El rey tenía veinte años cuando cayó enfermo.

38,3 A una vida recta y sincera ante Dios corresponde la bendición de "largos años". Ezequías apela a las bendiciones de Dios, en estilo deuteronómico.

38,4 A la súplica responde el oráculo por medio del profeta de corte.

38,5-6 El título divino recuerda la alianza con la dinastía. La promesa que le hacen es limitada, pero apreciable para el que está a la muerte; quince años más de reinado, seguridad para él y para su ciudad; implícitamente, también un heredero (en aquel momento Ezequías todavía no tenía hijos, a juzgar por la edad de Manasés al sucederle). Escúchense esos quince años de reinado seguro en el contexto de la catástrofe de Samaría (722), pues así lo escuchó el joven rey.

38,8 El prodigio del reloj de sol simboliza el alejarse de la muerte, el prolongarse la luz de la vida. El reloj como medida y símbolo de la vida humana ha pasado a nuestras literaturas (Quevedo).

38,10-20 Canto de acción de gracias, con la estructura clásica: narración de la desgracia, recuerdo de la súplica, recuerdo de la liberación, acción de gracias del salmista, invitación a la comunidad.

38,10 Aunque el hombre sea limitado, siente un cierto derecho a una vida colmada: morir a los veinte años es malograrse, es ser privado de algo que le pertenece. La forma impersonal disimula el sujeto, que es Dios.

38,11 La existencia después de la muerte no conoce culto religioso ni vida social. El Abismo se opone a la "tierra de los vivos", tierra creada para que el hombre la habite.

38,12 La comparación de la tienda revela la vida como peregrinación, como camino nomádico: la tienda ha sido por un momento huésped de un terreno, se ha clavado provisoriamente en tierra. Por un momento el hilo de una vida ha diseñado una figura en el tapiz o ha cruzado una parte del tejido; ese hilo se corta sin piedad. La imagen de la tela es más sugestiva que la simple de devanar, que es la de las parcas, y que Quevedo transpone a dimensión cósmica: "Dewvanan sol y luna, noche y día, del mundo la robusta vida" (Job 6,9).

38,13 El salmista siente la obra de Dios como una destrucción continua y feroz, que destroza hasta lo profundo de los huesos. El hombre vive con lucidez su acabamiento paulatino, y sólo puede sollozar.

38,14 Con la imagen del león contrasta la imagen del pájaro inerme, que gime su brevísima oración Dios ha de salir en favor del oprimido, y no hay opresión más dura que la muerte.

38,15 No encuentra palabras para seguir orando, reconoce que es Dios quien lo hace, aunque no lo entiende; el pensarlo le quita el sueño, el único reposo. Desvelado, puede tener conciencia de la muerte que se acerca infatigable; dormido podría acercarse a ella sin sentirlo.

38,16 Repentinamente cambia el tono: de la angustia a la confianza, a la experiencia de la salud. En ellas ha experimientado la mano de Dios, que vivifica. Véase Sal 30,4: "Me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa".

38,17 Ante la tumba vacía siente el hombre su ser de pecado que lo empuja y precipita. Dios detiene la caída porque perdona el pecado.

38,18-19 En fuerte contraste aparecen Abismo, Muerte, difuntos, incapaces de alabar a Dios, de tomar parte en el culto. Su mudez hace resaltar el grito de gozo del salmista, que es a la vez alabanza a Dios y grito triunfal de sentirse vivo.

             Como si no acabara de creer en la curación, canta un himno para persuadirse de que está vivo. Y siente prolongarse su vida en la de los hijos.

38,20 * Los vv. 21 y 22 detrás del v.6.

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