viernes, 16 de octubre de 2015

ISAÍAS II. CAPÍTULO 42.

Dios presenta a su siervo (Is 49; 50; 53; Mt 12,18-21)

421Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu,
para que promueva el derecho en las naciones.
2No gritará, no clamará, no voceará por las calles.
3La caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho,
4no vacilará ni se quebrará, hasta implantar
el derecho en la tierra,
y su ley que esperan las islas.

Dios habla a su siervo

5Así dice el Señor Dios,
que creó y desplegó el cielo,
afianzó la tierra con su vegetación,
dio el respiro al pueblo que la habita
y el aliento a los que se mueven en ella.
6Yo, el Señor, te he llamado para la justicia,
te he tomado de la mano, te he formado
y te he hecho alianza de un pueblo,
luz de las naciones.
7Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión
y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas:
8Yo soy el Señor, éste es mi nombre,
no cedo mi gloria a nadie
ni mi honor a los ídolos.
9Lo antiguo ya ha sucedido,
y algo nuevo yo anuncio,
antes de que brote os los comunico.

Himno (Sal 96; 98)

10Cantad al Señor un cántico nuevo,
y llegue su alabanza
a los confines de la tierra;
los que se hacen al mar, los que lo pueblan,
las costas y sus habitantes.
11Alégrese el desierto con sus tiendas,
los cercados que habita Cadar;
exulten los vecinos de Petra,
clamen desde la cumbre de las montañas;
12den gloria al Señor,
pronuncien su alabanza en las costas.
13El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido desafiando al enemigo.

Nueva salvación

14Desde antiguo guardé silencio,
me callaba, aguantaba;
como parturienta, jadeo y resuello.
15Agostaré montes y collados, secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecará los estanques;
16conduciré a los ciegos
por un camino que desconocen,
los guiaré por senderos que ignoran.
Ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano.
Esto es lo que pienso hacer,
y no dejaré de hacerlo.
17Retrocederán defraudados
los que confían en el ídolo,
los que dicen a una estatua:
"Tú eres nuestro Dios".

Ceguera del pueblo (Is 6,9-10; 22,8-11)

18Sordos, escuchad, oíd; ciegos, mirad y ved:
19¿Quién es ciego sino mi siervo, quien es sordo
sino el mensajero que envío?
¿Quién es ciego como mi enviado,
quién es sordo como el siervo del Señor?
20Mucho mirar y no sacabas nada,
con los oídos abiertos no te enterabas.
21El Señor, por amor de su justicia,
quería glorificar y engrandecer su ley;
22pero son un pueblo saqueado y despojado,
atrapados todos en cuevas,
encerrados en mazmorras.
Lo saqueaban, y nadie lo libraba;
lo despojaban, y nadie decía: "Devuélvelo".
23¿Quién de vosotros prestará oído a esto,
y atento escuchará el futuro?
24¿Quién entregó a Jacob al saqueo,
a Israel al despojo?
¿No fue el Señor contra quien pecamos
no queriendo seguir sus caminos
ni obedecer su ley?
25Descargó sobre él el ardor de su ira,
el furor de la guerra;
lo rodeaban sus llamas, y no se daba cuenta;
lo quemaban, y no hacía caso.

Explicación.

42,1-13 Forman una unidad compuesta: Dios presenta a su siervo y su empresa (1-4): oráculo dirigido al siervo, explicando elección y empresa (5-9); himno al Señor, que sale a intervenir (10-13).

42,1-4 El oficio se recibe por elección y por el don del espíritu: el elegido es mediador carismático. Su empresa es implantar el derecho, según la voluntad de Dios. Realizará la empresa no con las armas y por la fuerza, sino con un nuevo estilo: mansedumbre con lo débil y vacilante (como Moisés, según Nm 12,3), pero firmeza y tenacidad es aguantar y cumplir. El ámbito es universal: el reino de la justicia es lo que oscuramente esperan los pueblos desconocidos. Citado en Mt 3,17 y Mc 1,11.

42,5-9 Los títulos y el nombre del Señor, en 5 y 8, garantizan la empresa. Para la cual "forma" y "llama" al ejecutor.

42,6 La expresión hebrea podría traducirse por "con justicia, legítimamente". Prefiero el sentido de finalidad. Hacia dentro, el enviado será "alianza", aglutinante del pueblo y mediador de la alianza con Dios (cfr. 2 Sm 5,3). Para los paganos será luz nueva (cfr. 2,5 y Lc 2,32).

42,7 Con valor simbólico: "abre los ojos" a los que estaban encarcelados en las tinieblas (cfr. Sab 17,2).

42,9 "Brota" o germina: en sentido propio y en contexto de creación, Gn 2,5. La imagen retorna en 43,19 y 55,10, creando un contexto unificado simbólicamente: la nueva era dará vegetación al desierto, y en la aridez actual de la historia germinará y brotará una era nueva.

42,10-13 A la certeza del anuncio responde el júbilo del himno. El invitatorio se dirige al universo, tierra y mar y sus pobladores, desierto de beduinos y costas remotas. Es el horizonte geográfico del autor.

42,13 La salida del Señor: de Egipto Ex 11,4 ; militar 2 Sm 5,24; Sal 44,10; 60,12.

42,14-17 El Señor anuncia su próxima intervención en imágenes de éxodo. Por unas tres generaciones ha aguantado el sufrimiento de su pueblo en el destierro, la arrogancia del opresor. Ahora le llega el momento fecundo de obrar, como a la parturienta (cfr. Jn 16,21). Va a nacer una gran obra del Señor: seguía (¿en la ciudad de los canales?) para los opresores, camino llano para los desterrados (Sal 107,33-37). En vez de enviar columna de fuego, el Señor transformará la tiniebla en luz. Los que confiaban en sus falsos dioses sentirán su fracaso.

42,18-25 El pueblo todavía no está preparado para comprender la intervención de Dios. Sigue siendo "siervo" o vasallo del Señor de la alianza, y lo acusa de ceguera y sordera ante sus desgracias y sus gritos. El Señor recoge la querella y la vuelve contra el pueblo: es él el ciego, que no quiere ver. Con el destierro, Dios glorificaba su ley, hacía justicia castigando la desobediencia. El pueblo seguía sin comprender (cfr. 22,8-11). El pueblo tiene que superar la memoria y volverse con fe y esperanza hacia el futuro.

42,18 Eco de 6,9s.

42,20 Véase Dt 29,1-5 sobre la dificultad de comprender.

42,21 O bien, en virtud de su derecho como parte ofendida.

42,23-25 Los cambios de persona dificultan la identificación de los que hablan. Se sobrepone un movimiento de requisitoria y confesión.


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