viernes, 16 de octubre de 2015

ISAÍAS II. CAPÍTULO 52.

"Despierta, Sión"


521¡Despierta, despierta,

vístete de tu fuerza, Sión;
vístete el traje de gala, Jerusalén, santa ciudad!,
porque no volverán a entrar en ti
incircuncisos ni impuros.
2Sacúdete el polvo,
ponte en pie, Jerusalén cautiva;
desátate las correas del cuello,
3porque así dice el Señor:
De balde fuisteis vendidos
y sin pagar os rescataré.
4Porque así dice el Señor:
Al principio mi pueblo bajó a Egipto,
para residir allí como extranjero;
al final, Asur lo oprimió.
5Pero ahora, ¿qué hago yo aquí
-oráculo del Señor-.
A mi pueblo se lo llevan de balde,
sus dominadores lanzan aullidos
-oráculo del Señor-
y todo el día, sin cesar, ultrajan mi nombre.
6Por eso mi pueblo reconocerá mi nombre,
comprenderá aquel día
que era yo el que hablaba, y aquí estoy.


El mensajero de paz (Nah 2,1-3; Is 40,1-10)



7¡Qué hermosos son sobre los montes

los pies del heraldo que anuncia la paz,
que trae la buena nueva, que pregona la victoria,
que dice a Sión: "Ya reina tu Dios"!
8Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara
al Señor, que vuelve a Sión.
9Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén,
que el Señor consuela a su pueblo,
rescata a Jerusalén.
10El Señor desnuda su santo brazo
a la vista de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la victoria de nuestro Dios.


Salida de Babilonia (Is 48,20-22; 55,12-13; Bar 5,5-9)



11¡Fuera, fuera! Salid de allí,

no toquéis nada impuro.
¡Salid de ella, purificaos,
portadores del ajuar del Señor!
12No saldréis apresurados ni os iréis huyendo,
pues en cabeza marcha el Señor,
y en la retaguardia, el Dios de Israel.


Cuarto cántico: pasión y gloria del siervo (Is 42,1-9; 49,1-13; 50,4-9; Hch 8; Lam 3)



13Mirad, mi siervo tendrá éxito,

subirá y crecerá mucho,
14Como muchos se espantaron de él,
porque desfigurado no parecía hombre
ni tenía aspecto humano;
15así asombrará a muchos pueblos;
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.


Explicación.


52,1-6 Después de espabilarse y volver en sí, ahora le toca levantarse, limpiarse, vestirse. El cambio de vestido inaugura una etapa gozosa y gloriosa: véase 2 Re 25,29 y la explotación en Jdt 10,3s. La nueva era es de libertad recobrada tras la esclavitud de una cautiva de guerra. El que los vendió sin cobrar, los rescatará sin pagar (1 Pe 1,18). No vendió en provecho propio, sino del pueblo, o bien, en provecho de su nombre y fama. Le basta con ser reconocido. Un desarrollo en tres etapas amplifica el tema: Egipto, Asiria, Babilonia.

52,1 Tras la profanación (Sal 74,7; 79,1), Sión recobra su carácter sagrado.

52,5 Citado en Rom 2,24.

52,6 "Yo soy": Éx 3,14; Is 43,10.25; 46,4. Hablaba por medio de los profetas, ahora se presenta en persona (cfr. Heb 1,1).

52,7-10 Un himno de júbilo acoge la noticia en Jerusalén, donde el "aquí estoy" se vuelve realidad gozosa. Repitiendo varios temas de 40,1-10, invita a una pausa mayor. El poeta se concentra en datos visuales y auditivos y avanza con rapidez.

52,7 El "heraldo", como en 40,9. En los salmos emparentados (96,10; 97,1; 98,9; 99,1) el reinado del Señor es universal.

52,8 Compárese con el centinela singular de 21,8. Aquí están concentrados todos los centinelas. "Cara a cara": Nm 14,14. "Vuelve" es la transposición típica del segundo éxodo; se debe comparar con la llegada de Jos 5,14.

52,9 Poéticamente, como un coro de piedras vivas, de ruinas resucitadas.

52,11-12 Orden de partida. Es el nuevo éxodo, visto como procesión litúrgica (35,1-10), superior al primero. Entonces recibían vasos de los egipcios y salían apresurados (Ex 12,33.34.39); ahora salen con calma, llevando los vasos del templo; entonces los guiaban el fuego y la nube, ahora el Señor de la alianza abriendo y cerrando la marcha.

52,13--53,12 Poema de un siervo paciente y glorificado. Un hablante principal, Dios, pronuncia introducción y epílogo, enmarcando el cuerpo, anticipando y confirmando el sentido de los hechos. El cuerpo es la narración que un grupo hace de la pasión, muerte y triunfo del personaje. El sentido es claro, la identificación enigmática: ¿quién narra?, ¿quién es el siervo? respecto a "él" y a "nosotros" ¿dónde se coloca el lector?

                Un inocente sufre (contra la doctrina de la retribución), mientras son respetados unos culpables (escándalo de algunos salmos); un humillado triunfa (hay otros casos), un muerto vive (¿ilusión poética?). El poema es así, y el lector puede limar la extrañeza calificando de hiperbólico lo extraño para hacer el mensaje razonable. Pero el texto protesta, proclamando que se trata de algo "inaudito, inenarrable".

                Se han buscado y propuesto varias identificaciones del personaje anónimo: Moisés, Josías, Jeconías, Jeremías, el yo de Lam 3. La tradición cristiana, desde Hch 8,34s, lo identifica con Jesucristo.


52,14-15 Humillación y glorificación están presentados indirectamente, por el efecto que producen los espectadores. El sufrimiento desfigura al hombre, imagen de Dios (cfr. Job 2,12-13); también la exaltación provoca asombro (Sal 64,10s). El silencio pesa en el poema.

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