domingo, 1 de noviembre de 2015

ISAÍAS III. CAPÍTULO 59.

Liturgia penitencial. El pecado, obstáculo a la salvación (Is 1,10-20; Jr 2)

591Mira, la mano del Señor
no se queda corta para salvar
ni es duro de oído para oír;
2son vuestras culpas las que se interponen
entre vosotros y vuestro Dios;
son vuestros pecados los que os ocultan su rostro,
e impiden que os oiga;
3pues vuestras manos están manchadas de sangre,
vuestros dedos, de crímenes;
vuestros labios dicen mentiras,
vuestras lenguas susurran maldades.
4No hay quien invoque la justicia
ni quien pleitee con sinceridad;
se apoyan en la mentira, afirman la falsedad,
conciben el crimen y dan a luz la maldad.
5Incuban huevos de serpiente y tejen telarañas:
quien coma esos huevos morirá;
si se cascan, salen víboras.
6Sus telas no sirven para vestidos;
son tejidos que no pueden cubrir.
Sus obras son obras criminales,
sus manos ejecutan la violencia.
7Sus pies corren al mal,
tienen prisa por derramar sangre inocente;
sus planes son planes criminales,
destrozos y ruinas jalonan sus calzadas.
8No conocen el camino de la paz,
no existe el derecho en sus rodadas,
se abren sendas tortuosas;
quien las sigue, no conoce la paz.

Confesión del pecado (Sal 51; Bar 1,15-3,8)

9Por eso está lejos de nosotros el derecho
y no nos alcanza la justicia:
esperamos la luz, y vienen tinieblas;
claridad, y caminamos a oscuras.
10Como ciegos vamos palpando la pared,
andamos a tientas como gente sin vista;
en pleno día tropezamos como al anochecer,
en pleno vigor estamos como los muertos.
11Gruñimos todos igual que osos
y nos quejamos como palomas.
Esperamos en el derecho, pero nada;
en la salvación, y está lejos de nosotros.
12Porque nuestros crímenes contra ti son muchos,
y nuestros pecados nos acusan;
tenemos presentes nuestros crímenes
y reconocemos nuestras culpas:
13rebelarnos y negar al Señor,
volver la espalda a nuestro Dios,
tratar de opresión y revuelta,
urdir por dentro engaños;
14y así se tergiversa el derecho
y la justicia se queda lejos,
porque en la plaza tropieza la lealtad,
y la sinceridad no encuentra acceso;
15la lealtad está ausente,
y expolian a quien evita el mal.

Interviene el Señor

El Señor contempla disgustado
que ya no existe la justicia.
16Ve que no hay nadie,
se extraña de que nadie intervenga.
Entonces su brazo le dio la victoria,
y su justicia lo mantuvo:
17por coraza se puso la justicia
y por casco la salvación;
por traje se vistió la venganza
y por manto se envolvió en la indignación.
18A cada uno va a pagar lo que merece:
a su enemigo, furia; a su adversario, represalia.
19Los de occidente temerán al Señor,
los de oriente respetarán su gloria;
porque vendrá como torrente encajonado,
empujado por el soplo del Señor.
20Pero a Sión vendrá un Redentor
para alejar los crímenes de Jacob
-oráculo del Señor-.

Oráculo de salvación (Jr 31,31-33)

21Por mi parte, dice el Señor,
éste es mi pacto con ellos:
el espíritu mío, que te envié;
las palabras mías, que puse en tu boca,
no se caerán de tu boca,
ni de la boca de tus hijos,
ni de la boca de tus nietos,
nunca jamás -lo ha dicho el Señor-.

Explicación.

59,1-21 Las piezas de este capítulo pueden componer una liturgia penitencial, con cambios significativos. Reconocemos la querella de las dos partes (1-8); la confesión del pecado (9-15a); la sentencia y reconciliación (15b-20); una promesa final (21). El esquema está oscurecido por varias anomalías.

            En la primera parte una queja del pueblo está implícita; el Señor interpela en segunda persona, y de repente salta a la tercera persona: ¿sigue hablando él? En la segunda parte el pueblo se siente a la vez culpable y víctima. En la tercera parte Dios actúa como juez por encima de las partes. La promesa es para los rescatados. Varios géneros se entrecruzan en el capítulo.

59,1 Véanse 50,2 y Nm 11,23. La queja implícita es que Dios no se entera o no interviene, como en algunos salmos: p. ej. 74,11.

59,2 Entre la oración humana que asciende y la mano divina que desciende para actuar se interpone una barrera: el pecado, que rompe las relaciones.

59,3 Todavía en segunda persona. Resumen de delitos, de palabra y obra. Véanse 1,15 y algunos salmos: 15; 24; 101.

59,4 Pasa a la tercera persona, como si tomase la palabra un fiscal. Compárese la primera frase con Sal 14,1-3, la última frase con Sal 7,15.

59,5-6a Valoración de la conducta por sus consecuencias, en dos imágenes originales.

            Los pecados, especialmente las injusticias son fecundas... en huevos venenosos (Sal 58,5-6); son productivas... de telarañas. De la serpiente del paraíso pasamos al veneno, que se difunde y contagia mortalmente. 

59,6b-7 Continúa la enumeración, algo tópica, de delitos: manos y pies y mente, acciones y modo de proceder y proyectos.

59,8 Desenlace de esa conducta. Destruyen la paz ajena y pierden la suya, al implantar un sistema encadenado de injusticias. Citado en el florilegio de Rom 3,11-18.

59,9-15 El pueblo toma la palabra: ¿para confesar o para quejarse? ¿Se confiesa culpable (12,13) o se siente víctima (9-11)? No presentan tal ambigüedad las confesiones clásicas de pecados. Aquí las actitudes se entremezclan y eso es lo más significativo. Equivale a un análisis certero de situaciones semejantes. Imaginemos tiempos de crisis: la justicia y el derecho no logran imponerse, y la gente se queja de los tiempos; pero reflexionando se descubre cómplice de la situación. Quisiera romper la espiral, salir del cerco, y no encuentra el modo. Una conversión individual no basta para cambiar el sistema, haría falta una conversión colectiva; y hasta que llegue el cambio general, la enmienda individual resultaría fatal: pagarían justos por pecadores. Hace falta una intervención desde fuera o desde arriba, desde una instancia más poderosa.

59,9 Justicia y derecho son como luz del orden social, victoria sobre lo tenebroso del hombre, esperanza cotidiana de amanecer. Tenemos aquí una prolongación de 58,8.10 y una resonancia de Sal 82,5.

59,10 Véanse la maldición de Dt 28,29 y el anuncio de Sof 1,17.

59,11 La combinación de palomas y osos es curiosa: si la paloma es inofensiva en su queja, el oso figura de ordinario como animal feroz. ¿Intenta distinguir entre culpable y víctima? En cualquier caso, nada se saca con quejarse y gruñir.

59,12-13  A la luz de la acusación divina, el hombre descubre su pecado y lo confiesa.

59,14-15a Las cualidades están personificadas, como miembros de la sociedad: Derecho, Justicia, Lealtad, Sinceridad. Personajes que habrían de regir y vigilar la vida ciudadana; pero uno está lejos, el otro retrocede, la otra tropieza, la cuarta no encuentra acceso.

               Compárese con Sal 55,10-12 y 85,10-14.

59,15b-16 El Señor contempla la situación y no puede quedarse indiferente (Sal 14,2; 53,3). Ante la impotencia del hombre, decide intervenir para implantar su justicia.

59,16b-17 Su intervención toma aire militar y es la ejecución de una sentencia judicial. Requiere su panoplia: justicia, victoria, venganza, celo. La "venganza" es justicia vindicativa que reivindica a las víctimas que son inocentes.

59,18-19 Los enemigos pueden ser externos o internos (1,24). Una glosa añade: "dará su merecido a las costas". El Señor acude en una teofanía de agua y viento (30, 27-30), que será contemplada a distancia y provocará el consiguiente temor numinoso (Sal 76,9s).

59,20 Finalmente, en la ciudad santa donde se ha celebrado la liturgia penitencial, él mismo se encarga de "remover el pecado" que "se interponía". Rom 11,26 cita este verso según la versión griega, dándole extensión universal.

59,21 Se inaugura una nueva era: una alianza garantizada por el espíritu y actualizada en cada generación por la palabra de Dios. Espíritu y palabra, que son dones para el profeta, se vuelven dones para todo el pueblo. El oráculo se abre a un horizonte escatológico.

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