domingo, 1 de noviembre de 2015

ISAÍAS III. CAPÍTULO 62.

621Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha. 
2Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
impuesto por la boca del Señor.
3Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
4Ya no te llamarán "la Abandonada"
ni a tu tierra "la Devastada",
a ti te llamarán "Mi Preferida"
y a tu tierra "La Desposada",
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
5Como un joven se casa con una doncella,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra
el marido con su esposa
la encontrará tu Dios contigo.
6Sobre tus murallas, Jerusalén,
he colocado centinelas:
nunca callan, ni de día ni de noche,
los que invocáis al Señor no os deis descanso;
7no le deis descanso hasta que la establezca,
hasta que haga de Jerusalén
la admiración de la tierra.
8El Señor lo ha jurado por su diestra
y por su brazo poderoso:
ya no entregará tu trigo
para que se lo coman tus enemigos;
ya no se beberán extranjeros tu vino,
por el que tú trabajaste.
9Los que lo cosechan lo comerán
y alabarán al Señor;
los que lo vendimian lo beberán
en mis atrios sagrados.

Llegada del salvador victorioso (Is 40,3-10; Is 57,14-17)

10Pasad, pasad por las puertas,
despejad el camino al pueblo;
allanad, allanad la calzada,
limpiadla de piedras,
alzad una enseña para los pueblos.
11El Señor envía un pregón
hasta el confín de la tierra:
Decid a la ciudad de Sión:
Mira a tu Salvador, que llega,
el premio de su victoria lo acompaña,
la recompensa lo precede;
12los llamarán "Pueblo Santo",
"redimidos del Señor",
a ti te llamarán "la Buscada",
"Ciudad no abandonada".

Explicación.

62,1 Sal 130,5.

62,1-9 Tiene tantos puntos de contacto con poemas de los capítulos 49, 51, 52, 49 y 54, que algunos lo consideran obra del mismo autor. Cabe explicarlo como imitación consciente de un discípulo. Tenemos la conocida imagen de la ciudad como esposa del Señor. Lo original es que, salvo una referencia con sordina, "abandonada", no habla de reconciliación de consortes maduros, sino de boda juvenil. Incluso la alusión al pasado sirve para realzar la frescura y novedad del acontecimiento. No se puede expresar con más vigor la fuerza del amor, su capacidad de rejuvenecer, su novedad inagotable. Divido el poema en dos secciones: dirigida a la novia (1-5); a los centinelas acerca de los dones (6-9).

62,1-5 En el poema se sobreponen y funden la imagen solar y la del rey victorioso el día de su boda: en términos conceptuales, el rey es el sol. Un centinela aguarda impaciente la salida de la aurora (Sal 130,5s), la anuncia e invoca (Sal 57,9); o espera una antorcha que llamee alumbrando a un cortejo. Con su canto despierta a la ciudad (52,1s). La aurora ilumina la ciudad (60,1s), que con su muralla almenada parece una corona refulgente sobre el monte (28,4), visible desde lejos y magnífica.

           Es el amanecer de un día gozoso de boda (Cant 3,11). El rey había salido a defender el derecho o "justicia" de la ciudad, y retorna "vencedor". Toma la ciudad-novia como una corona (Prov 12,4). Da su nombre a la esposa (60,14; 61,3.6). Terminados los festejos, comienza el gozo del marido con la esposa.

          Ha entrado sutilmente un tercer elemento: la tierra fértil, también en imagen matrimonial. No regada por Baal, sino por quien controla la lluvia (Os 2,23-24).

62,4 Devastada y abandonada: 49,8.14; 54,1.4; 60,15.

62,5 Corrijo el hebreo, que introduce un contrasentido vocalizando "tus hijos". "Constructor": el mismo verbo para la formación de Eva (Gn 2,22). El gozo: Isaac y Rebeca (Gn 24,67).

62,6-9 La segunda parte se ocupa de los dones que debe el marido a la esposa (Ex 21,10s) en pago de su gozo. El heraldo moviliza un coro de suplicantes que recuerden al Señor sus promesas.

62,7 "Admiración" o alabanza. De Jerusalén, por su hermosura reconocida (cfr. Gn 12,15; Cant 6,9; Ez 16,14). O bien la fama que redunda en gloria del Señor.

62,8-9 Trabajar para que otros se lleven los frutos es maldición, gozar del fruto del propio trabajo es bendición (Dt 28). El ritmo de producción y consumo desemboca en el acto religioso de la alabanza agradecida (cfr. Dt 8,10-18), en el templo (Sal 63).

62,10-12 Se pueden leer estos versos como continuación. Está llegando el Salvador y se le prepara una entrada triunfal (Mt 21,5). Todos los pueblos son invitados a contemplar el espectáculo (45,21; 49,6). Premio y recompensa de la victoria son los rescatados (40,10), de nuevo consagrados al Señor. "Salvación y Salvador" dominan los tres cánticos de Lucas 1-2.

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