viernes, 1 de enero de 2016

EZEQUIEL. CAPÍTULO 2,1-7.

Vocación (Ex 3-4; Jr 1; Is 6)

21Me decía:
-Hijo de Adán, ponte en pie, que voy a hablarte.
2Penetró en mí el espíritu mientras me estaba hablando y me levantó en pie, y oí al que me me hablaba. 3Me decía:
-Hijo de Adán, yo te envío a Israel, pueblo rebelde: se rebelaron contra mí ellos y sus padres, se sublevaron contra mí hasta el día de hoy. 4(A hijos duros de rostro y de corazón empedernido te envío). Les dirás "esto dice el Señor", 5te escuchen o no te escuchen, pues son casa rebelde, y sabrán que hay un profeta en medio de ellos. 6Y tú, hijo de Adán, no les tengas miedo, no tengas miedo a lo que digan, aun cuando te rodeen espinas y te sientes encima de alacranes. (No tengas miedo a lo que digan ni te acobardes ante ellos, pues son casa rebelde). 7Les dirás mis palabras, te escuchen o no te escuchen, pues son casa rebelde. 

Explicación.

2,1-3,11 El relato de vocación está articulado con ocho fórmulas "hijo de Adán", tres dedicadas al rito en el centro (2,8; 3,1.3). El protagonista sigue sin ser nombrado: es una voz, una mano. A Ezequiel le retiran su apellido ilustre, Ben Buzí, hijo de Buzí, y le imponen el apellido de todos los mortales, Ben Adam, hijo de Adán (cfr. Adánez, McAdam), distintivo de su misión profética. Escucha por primera vez el nuevo nombre cuando está tendido en tierra, y recibe un espíritu de profecía que lo pone en pie.

Es enviado a los "israelitas", a la Casa de Israel, que se va a llamar "Casa Rebelde". El hecho de que Dios le envíe un profeta, muestra que no la ha rechazado.

2,1-2 El "espíritu" acompaña a la palabra; vitaliza y sintoniza al profeta para que escuche.

2,3-4 En el contexto de la alianza, es la rebelión del vasallo contra el soberano. Ezequiel ha de ser una especie de fiscal representante del Señor.

2,5 La misión profética es para la palabra. Esta lleva en sí una fuerza tal que, aun rechazada, se impone. Los desterrados, aun a la fuerza, habrán de reconocer que el Señor les envió un profeta. Envío de doble filo: para que se salven si lo aceptan, para que no tengan excusa si lo rechazan.

2,6 Es el tratamiento burlesco y cruel que tocará al profeta: lo debe saber desde el comienzo. Que su valentía no sea consecuencia de la ignorancia.

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