viernes, 1 de enero de 2016

EZEQUIEL. CAPÍTULO 2,8-10--3,1-27.

28Y tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: ¡No seas rebelde, como la casa rebelde! Abre la boca y come lo que te doy.
9Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un rollo. 10Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes.


Misión del profeta (Jr 1; Is 50,4-9)



31Y me dijo:

-Hijo de Adán (como lo que tienes ahí); cómete este rollo y vete a hablar a la casa de Israel.
2Abrí la boca y me dio a comer el rollo, 3diciéndome:
-Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este rollo que te doy.
Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel.
4Y me dijo:
-Hijo de Adán, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras, 5pues no se te envía a un pueblo de idioma extraño y de lenguas extranjeras que no comprendes. 6Por cierto, que si a éstos te enviara te harían caso; 7en cambio, la casa de Israel no querrá hacerte caso, porque no quieren hacerme caso a mí. Pues toda la casa de Israel son tercos de cabeza y duros de corazón. 8Mira, hago tu rostro tan duro como el de ellos y tu cabeza terca como la de ellos; 9como el diamante, más dura que el pedernal hago tu cabeza.
No les tengas miedo ni te acobardes ante ellos, aunque sean casa rebelde.
10Y me dijo:
-Hijo de Adán, todas las palabras que yo te diga escúchalas antentamente y apréndelas de memoria. 11Anda, vete a los deportados, a tus compatriotas, y diles "esto dice el Señor", te escuchen o no te escuchen.
12Entonces me arrebató el espíritu y oí a mis espaldas el estruendo de un gran terremoto al elevarse de su sitio la gloria del Señor. 13(Era el revuelo de las alas de los seres vivientes al rozar una con otra, junto con el fragor de las ruedas: el estruendo de un gran terremoto). 14El espíritu me tomó y me arrebató y marché decidido y enardecido, mientras la mano del Señor me empujaba. 15Llegué a los deportados de Tel-Abib (que vivían a orillas del río Quebar), que es donde ellos vivían, y me quedé allí siete días abatido en medio de ellos.


PRIMERA ACTIVIDAD DEL PROFETA



El profeta como centinela (Ez 33,1-7; Am 3; Is 21)



16Al cabo de siete días me dirigió la palabra el Señor:

17-Hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. 18Si yo digo al malvado que es reo de muerte y tú no le das la alarma -es decir, no hablas poniendo en guardia al malvado para que cambie su mala conducta y conserve la vida-, entonces el malvado morirá por su culpa y a ti te pediré cuentas de su sangre. 19Pero si tú pones en guardia al malvado, y no se convierte de su maldad y de su mala conducta, entonces él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado la vida. 20Y si el justo se aparta de su justicia y comete maldades, pondré un tropiezo delante de él y morirá; por no haberlo puesto en guardia, él morirá por su pecado y no se tendrán en cuenta las obras justas que hizo; pero a ti te pediré cuenta de su sangre. 21Si tú, por el contrario, pones en guardia al justo para que no peque, y en efecto no peca, ciertamente conservará la vida por haber estado alerta, y tú habrás salvado la vida.
22Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, quien me dijo:
-Levántate, sal a la llanura y allí te hablaré.
23Me levanté y salí a la llanura: allí estaba la gloria del Señor, la gloria que yo había contemplado a orillas del río Quebar, y caí rostro en tierra. 24Penetró en mí el espíritu y me levantó en pie; entonces el Señor me habló así:
25-Vete y enciérrate dentro de casa. Y tú, hijo de Adán, mira que te pondrán sogas, te amarrarán con ellas y no podrás soltarte. 26Te pegaré la lengua al paladar, te quedarás mudo y no podrás ser el acusador, pues son casa rebelde. 27Pero cuando yo te hable, te abriré la boca para que les digas "esto dice el Señor"; el que quiera, que te escuche, y el que no, que lo deje; pues son casa rebelde.


Explicación.



2,8-3,3 Equivalen dentro de la visión al nombramiento. Lo que Jeremías dice como imagen (15,16; cfr. Sal 19,11), Ezequiel lo transforma en pantomima. El profeta tiene que asimilar el mensaje antes de pronunciarlo; antes de asimilarlo, lo paladea. El volumen o rollo está escrito por ambos lados y ha de llenar las entrañas del profeta.


3,4-7 Dios habla al hombre en lenguaje humano, inteligible; el hombre que no quiere o que teme entender, lo declara y lo hace ininteligible. Pero cuando el hombre se abre, aun la lengua extranjera usada por Dios se vuelve inteligible.

3,7-9 La dureza de Israel es rebeldía y contumacia, la de Ezequiel debe de ser valentía y constancia, y habrá de superar toda la dureza que el hombre opone.

3,10 Aunque se hable de comer o memorizar, no olvidemos que el profeta tiene que trabajar los oráculos en su estilo personal.

3,12-13 La visión desaparece sin que el profeta sepa hacia adónde; de la Gloria del Señor sólo percibe un estruendo que se aleja. La glosa intenta armonizar el ruido con la adición de 1,23-25.

3,14-15 Ese áspero contraste entre la marcha enardecida y la semana de abatimiento marca con su tensión la actividad del profeta.

3,16-21 En el capítulo 18 y sobre todo en el 33 se describe la responsabilidad del profeta en términos de una casuística rigurosa: destruida la ciudad santa y perdida la esperanza, el profeta apela a la responsabilidad de cada individuo.

El editor del libro quiso presentar esa característica ya al principio de la obra, como explicando su vocación. Para ello copió y adaptó algunos versos del ca. 33 (que veremos en su lugar). Así resulta que el v.16 queda separado de 4,1.

3,22-27 Esta pieza es una composición artificial hecha por algún discípulo de Ezequiel y colocada al principio del libro, como panorámica de la actividad del profeta. De los capítulos precedentes ha tomado la aparición de la Gloria y la misión de hablar a la Casa Rebelde; el tema del encierro no se lee en el resto del libro, pero puede complementar la inmovilidad del ca. 4. El tema de la mudez cobra gran relieve en los capítulos 24 y 33. La llanura sólo aparece como escenario de la visión de los huesos, cap. 37.

3,25 El encierro, entre voluntario y forzado, es imagen obvia del asedio de Jerusalén. Paralelo de la prisión de Jeremías: Jr 38.

3,26 Sobre la mudez, véase el comentario a 24,25-27 y 33,21-22.

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