sábado, 2 de enero de 2016

EZEQUIEL. CAPÍTULO 47.

El manantial del templo (Jl 4,18; Zac 14,8; Sal 46,5)

471Me hizo volver a la entrada del templo. Del  zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. 2Me sacó por la puerta septentrional y me llevó por fuera a la puerta del atrio que mira a levante. 3El agua iba corriendo por el lado derecho. El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia levante. Midió quinientos metros, y me hizo atravesar las aguas: ¡agua hasta los tobillos! 4Midió otros quinientos, y me hizo cruzar las aguas; ¡agua hasta las rodillas! Midió otros quinientos metros, y me hizo pasar: ¡agua hasta la cintura! 5Midió otros quinientos metros: era un torrente que no pude cruzar, pues habían crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear.
6Me dijo entonces:
-¿Has visto, hijo de Adán?
A la vuelta me condujo por la orilla del torrente.
7Al regresar, vi a la orilla del río una gran arboleda en sus dos márgenes. 8Me dijo:
-Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas pútridas y lo sanearán. 9Todos los seres vivos que bullan, allí donde desemboque la corriente tendrán vida, y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. 10Se pondrán pescadores a su orilla: desde Engadí hasta Eglain habrá tendederos de redes; su pesca será variada, tan abundante como la del Mediterráneo. 11Pero sus marismas y esteros no serán saneados: quedarán para salinas. 12A la vera del río, en sus dos riberas, crecerá toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.
13Esto dice el Señor: Fronteras de la tierra que las doce tribus de Israel recibiréis como propiedad hereditaria. 14Todos recibiréis partes iguales. Yo juré con la mano en alto dársela a vuestros padres; por eso esta tierra os tocará a vosotros como propiedad hereditaria.
15Fronteras de la tierra: Por el norte: desde el Mediterráneo, por Jetlón, el Paso de Jamat, Sedad, 16Berota y Sibrain -separando los territorios de Damasco y Jamat-, hasta Hazar Enon*, que limita con Haurán. 17Así que la frontera va desde el Mediterráneo hasta Hazar Enon, separando el norte los territorios de Damasco y Jamat. Ésta es la frontera septentrional.
18Por el este: desde Hazar Enon, por la línea que separa los territorios de Haurán y Damasco, siguiendo el curso del Jordán, entre Galaad e Israel, hasta el Mar de Levante y hasta Palma. Ésta es la frontera oriental.
18Por el sur: desde Tamar* hasta el oasís de Meribá* Cadés y, siguiendo el torrente, hasta el Mediterráneo. Ésta es la frontera meridional.
20Por el oeste: limita con el mar Mediterráneo, hasta la latitud del Paso de Jamt. Ésta es la frontera occidental.
21Ésta es la tierra que os repartiréis las doce tribus de Israel. 22Os la repartiréis a suerte como propiedad hereditaria, incluyendo a los emigrantes residentes entre vosotros que hayan tenido hijos en vuestro país. Serán para vosotros como los israelitas indígenas. Entrarán en la distribución con las tribus de Israel. 23A los emigrantes les daréis su propiedad hereditaria en el territorio de la tribu donde residan -oráculo del Señor-.

Explicación.

47,1-12 Después de prolijas inserciones, de áridas reglamentaciones, retorna el aliento poético de la visión. De la llegada de la Gloria (43) se pasa a sus efectos vivificantes. Hay que unirlo también al espíritu del cap. 37: viento y agua, doble principio de nueva vida. Agua como en el paraíso (Gn 2,10-14): en vez de cuatro ríos, cuatro etapas crecientes. Agua en la ciudad santa (Is 30,25; Jl 4,18; Zac 14,8): el templo está en la plataforma superior, sobre las plataformas del atrio interior, del exterior y del terreno circundante. Agua regada que transforma el desierto (Is 35). Porque el Señor es "fuente de agua viva" (Jr 2,13; 17,13).

Agua de vida: continua, creciente, invasora, comunicada. Se comunica a las plantas, produciendo un parque maravilloso; se comunica a los animales, haciendo que el Mar Muerto pulule de seres vivos; se comunica a los hombres en forma de alimento y medicina. El profeta ha de sentir en su cuerpo el poder del agua; el resto lo escucha de labios del acompañante.

47,1 El agua avanza hacia oriente, quizá por ser esa zona más árida, quizá imaginando un emplazamiento oriental del paraíso (cfr. Gn 13,10).

47,3-5 Las distancias son medidas, el crecimiento es desmedido. Bien pronto el caudal supera al del Jordán (cfr. Jos 3-4; Jue 12,5s).

47,8-9 Renace prodigiosamente la vida, como en una nueva creación: Gn 1,20s. El agua dulce (Apsu) vence al agua salada (Tehom).

47,10-11 Actividad humana como signo de paz y prosperidad. La sal no es sólo condimento necesario para la vida (Eclo 39,26); es también prenda de alianza (Nm 18,19) y acompaña los sacrificios (Ex 30,35; Lv 2,13).

47,12 La zona se transforma en paraíso. Los frutos de todos sus árboles serán comestibles, las hojas medicinales alejarán la muerte.

47,13 Las fronteras exteriores del territorio conservan cierto realismo geográfico: delimitan una franja, no un cuadrilátero perfecto; con todo, bajo el dominio persa, esas fronteras teóricas. Sobre ese territorio extenderá después (48) las franjas regulares de las doce tribus, que forman el Israel ideal del futuro.

La propiedad será hereditaria: porque la irán legando a las generaciones venideras, y porque actualizan la promesa divina a los patriarcas.

47,16 * = Aldealafuente.

47,19 * = La Palma; Careo.

47,21 En el antiguo éxodo, primero se repartía la tierra, y al cabo de un par de siglos se edificaba el templo. En la futura restauración el orden se invierte.

47,22-23 Conceder a los emigrantes derecho de propiedad de terrenos es un paso importante de tolerancia y acogimiento.

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