viernes, 1 de enero de 2016

EZEQUIEL. CAPÍTULO 8.

EL TEMPLO PROFANADO

Pecado

81El año sexto, el día cinco del mes sexto, estando yo sentado en mi casa y los concejales de Judá sentados frente a mí, bajó sobre mí la mano del Señor. 2Vi una figura que parecía un hombre: de lo que parecía la cintura para abajo, fuego; de la cintura para arriba, como un resplandor, un brillo como de electro. 3Alargando una forma de mano, me agarró por la melena; el espíritu me levantó en vilo y me llevó en éxtasis entre el cielo y la tierra a Jerusalén, junto a la puerta septentrional del atrio interior (donde estaba la estatua rival). 4Allí estaba la gloria de Dios de Israel, como la había contemplado en la llanura.
5Me dijo:
-Hijo de Adán, dirige la vista hacia el norte.
Dirigí la vista hacia el norte, y vi al norte de la puerta del altar la estatua rival (la que está a la entrada).
6Añadió:
-Hijo de Adán, ¿no ves lo que están haciendo? Graves abominaciones comete aquí la casa de Israel para que me aleje de mi santuario. Pero aún verás abominaciones mayores.
7Después me llevó a la puerta del atrio y vi una grieta en el muro.
8Me dijo:
-Hijo de Adán, abre un boquete en el muro.
Abrí un boquete en el muro y vi una puerta.
9Añadió:
-Entra y mira las atroces abominaciones que están cometiendo ahí.
10Entré, y vi grabados en las cuatro paredes toda clase de reptiles y animales inmundos, todos los ídolos de la casa de Israel. 11Frente a ellos, setenta senadores de la casa de Israel estaban en pie, incensario en mano. (Jazanías, hijo de Safán, entre ellos). Una nube de incienso se elevaba.
12Me dijo:
-¿No ves, hijo de Adán, lo que están haciendo los senadores de la casa de Israel a oscuras, en los camarines de sus imágenes? Porque piensan: El Señor no nos ve, el Señor ha abandonado el país.
13Y añadió:
-Aún los verás hacer abominaciones mayores.
14Después me llevó junto a la puerta septentrional de la casa del Señor; allí estaban unas mujeres sentadas en el suelo, llorando a Tamuz.
15Me dijo:
-¿No ves, hijo de Adán? Aún verás abominaciones mayores que estás.
16Después me llevó al atrio interior de la casa del Señor. A la entrada del templo del Señor, entre el atrio y el altar, había unos veinticinco hombres, de espaldas al templo y mirando hacia el oriente: estaban adorando al Sol.
17Me dijo:
-¿No ves, hijo de Adán? ¡Le parecen poco a la casa de Judá las abominaciones que aquí cometen, y colman el país de violencias, indignándome más y más! ¡Ahí los tienes despachando esbirros para enfurecerme!
18Pues también yo actuaré con cólera, no me apiadaré ni perdonaré; me invocarán y a voz en grito, pero no los escucharé.

Explicación.

8,1-18 Imaginemos que en un proceso, en vez de contar y atestiguar oralmente las inculpaciones, se proyecta ante tribunal y público un filme de los hechos delictivos; es inútil cualquier protesta de inocencia, y el público queda impresionado; los periodistas lo contarán después. Algo así el presente capítulo: es la versión escrita de una experiencia visual.

Son cuatro delitos, número de totalidad, contra el Señor y su templo. El estribillo imprime una fuerza creciente, hasta que la cólera estalla al final. Los trazos son escuetos porque el narrador da por conocidos muchos datos aludidos. No sabemos si la visión exagera los hechos al concentrar y estilizar las escenas.

8,1 A partir de la deportación: el 17 de agosto del 592. Los ancianos son el senado o concejo del pueblo; han acudido a consultar o escuchar al profeta, al parecer con respeto. Serán testigos mudos de un éxtasis del profeta, y escucharán de su boca -imaginamos- la primera versión oral.

8,2 La Gloria del Señor es la misma contemplada en la vocación. Tiene que volver a Jerusalén para que funcione el proceso; el templo todavía está en pie.

8,3 El viaje está imitado en Dn 14,36.

8,4 No hay que perder de vista esa Gloria, que preside la escena. La Gloria es la razón del templo, su único dueño. El título de la alianza "Dios de Israel" es particularmente significativo en el contexto judicial.

8,5 "La estatua rival": que da celos. El Señor es un "Dios celoso": Ex 20,5; 34,14; Dt 4,24; 5,9; 6,15; le dan celos los otros dioses: Dt 32,21; Sal 78,58. Sus celos brotan de la exigencia exclusiva. ¿A quién representaba dicha estatua? El artículo denota algo conocido. 2 Re 21,7 y 2 Cr 32,7 hablan de una estatua de Astarté colocada por Manasés en el templo, antes de la reforma de Josías; Jr 7,18 y 44,15-19 denuncia el culto a la Reina del cielo. Ezequiel no precisa.

8,6 "Me alejé": expresión dudosa.

8,7-11 Se esconden, no por miedo al Señor, sino por miedo a las autoridades, que ahora favorecen los cultos de Babilonia, mientras que los grabados representan a divinidades egipcias: véase Dt 4,18. Los senadores representan el gobierno de Israel: Nm 11,16.24.

8,12 "No nos ve": Sal 94,7; Eclo 16,17-23; 23,18.

8,14-15 Tamuz era un dios de la vegetación: muere, baja a lo profundo de la tierra, resurge en primavera devolviendo fecundidad a los campos al celebrar la boda con la diosa Istar. El llanto era rito fúnebre por la muerte de Dios. Alude a él Is 17,10 y quizá 1,29.

8,16 Culto solar prohibido: Dt 4,19; Job 31,26. Por recibir culto idolátrico será condenado: Is 24,23.

8,17 En contexto de idolatría penetra el delito de injusticia, que es su consecuencia o su compañero: véase Sab 14,22-29. "Esbirros": la enigmática palabra hebrea zemora ha engendrado muchas explicaciones hipotéticas. Nosotros lo relacionamos con la violencia precedente; otros lo ven como gesto cúltico, quizá obsceno o grosero.

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